Detienen en Bangkok a uno de los mayores traficantes de armas del mundo y proveedor de las FARC.
La policía tailandesa detuvo ayer a Viktor Bout, de nacionalidad rusa, que estaba acusado de ser un traficante de armas a escala internacional y que, presuntamente, estaba tratando de suministrar armamento a la guerrilla colombiana de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), según informó hoy la policía de Tailandia.
Conocido como el 'mercader de la muerte', Bout estaba buscado por el Departamento Antidrogas de Estados Unidos (DEA) y tenía una orden de detención internacional, que hizo efectiva la policía tailandesa en un hotel de Bangkok el pasado 29 de febrero.
Según informó la Policía, Bout estaba tratando de "procurar armas a la guerrilla colombiana de las FARC" y gestionaba una red de empresas aéreas de carga en Oriente Próximo, África, Europa del Este y Estados Unidos.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el departamento de Estado del Tesoro (de Estados Unidos), había vendido y traficado armas que se utilizaron en las guerras de Afganistán, Angola, República Democrática del Congo, Liberia, Ruanda, Sierra Leona y Sudán.
Más sobre Viktor Bout...
Tailandia está considerado por los cuerpos de seguridad occidentales como uno de los centros de Asia de trafico de armas y de distribución de documentos falsos.
Bout habla 6 idiomas y es un ex agente de la ex KGB que, tras el colapso de la Unión Soviética, se hizo con importantes arsenales en Ucrania gracias a sus contactos y revendió el material en zonas en conflicto como Sierra Leona, Angola y la República Democrática del Congo.
Un informe de Amnistía Internacional de 2005 vinculó a Bout con la venta de armas en Bulgaria, Eslovaquia, Ucrania, vender armas al asesino Charles Taylor en Liberia, a los rebeldes congoleses, a los talibanes y a Al Qaeda en Afganistán -antes del 11 de septiembre de 2001- y su vida inspiró el personaje interpretado por Nicolas Cage en la película 'El señor de la guerra'.
Un informe de Amnistía Internacional de 2005 vinculó a Bout con la venta de armas en Bulgaria, Eslovaquia, Ucrania, vender armas al asesino Charles Taylor en Liberia, a los rebeldes congoleses, a los talibanes y a Al Qaeda en Afganistán -antes del 11 de septiembre de 2001- y su vida inspiró el personaje interpretado por Nicolas Cage en la película 'El señor de la guerra'.
El empresario ruso Víktor Bout ha amasado una fortuna siendo el cartero más eficiente del mundo, capaz de entregar cualquier tipo de mercancía, sobre todo armas ilegales, en cualquier lugar del planeta. ¿Cómo ha logrado tejer su intrincada red clandestina? Aprovechándose de las fisuras de la anárquica globalización.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) analizó en marzo de 2004 un proyecto de resolución por el cual se congelarían los bienes de mercenarios y traficantes de armas que apoyaron al depuesto dictador liberiano Charles Taylor. En ese caso, el ruso Víctor Bout debía estar en esa lista, pero Washington DC presionó para mantenerlo fuera de la nómina.
El traficante de armas Viktor Vasilevich Butt (Viktor Bout o Víctor B o Bont o Butte o Boutov o Vitali Sergitov) era el enemigo público Nº1 de Washington DC hasta que, para ejecutar la invasión a Iraq, USA necesitó llegar a un acuerdo con Bout, quien así obtuvo inmunidad.
En el año 2000, Peter Hain, entonces a cargo de las relaciones del Foreign Office con Africa, sostuvo que Bout era el principal obstáculo a los embargos internacionales de armas que pesaban sobre Angola y Sierra Leona. Entonces, el gobierno británico incluyó al traficante ruso en su ‘lista negra’, pero en 2004 lo retiró bajo presión estadounidense.
Bout, el gran depredador mercenario de Africa, devino en proveedor respetable de USA y el Reino Unido en Iraq. Su aerolínea privada, British Gulf, es transportista oficioso de las fuerzas de ocupación. Y tiene un contrato de suministro de combustible para la USAF (US Air Force).
Viktor Vasilevich Butt nació en Tadjikistán un 13 de enero (unos dicen que fue en 1967 y otros en 1970) pero tiene la nacionalidad rusa (se le han conocido al menos los pasaportes 21N0532664; 29N0006765; 21N0557148; y 44N3570350), es graduado del Instituto Militar de Idiomas Extranjeros en Moscú y se dice que habla fluidamente al menos seis lenguas.
El noruego André Velrooy, quien investigó las actividades de Viktor B para el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, explicó: “El fin de la Guerra Fría dejó arsenales masivos y piezas de armas comercializables a precios muy bajos en el mercado privado. La capacidad de Bout fue poder entregarlos en cualquier lugar del mundo para lo que organizó varias compañías que, sumadas, empleaban a 300 personas, y que contaban entre 40 y 60 aviones, incluida la mayor flota del mundo de cargueros Antonov”. Aún así era casi imposible rastrear sus actividades. Arrendaba aviones a otras personas y compañías para no quedar vinculado con actividades ilegales.
Bout transportó a los talibanes los tanques T-55 y T-62 que les vendió el israelí de origen ucraniano Vadim Rabinovich, de acuerdo al semanario alemán ‘Der Spiegel’ en 2002. La contratación de Bout la realizó el servicio secreto de Pakistán pero lo descubrió la inteligencia rusa, según la publicación alemana. Bout mantiene una curiosa relación con la inteligencia rusa ya que puede vivir en Moscú sin que lo molesten pese a que desde 2001 había un pedido de captura internacional de Bout, apoyado por la ONU.
CRIMEN S.A.
En muchos sentidos, Víktor Bout es un empresario multinacional, prototípico de la era moderna. Es listo, ambicioso y tiene sentido común. Conoce de números, es políglota, educado, profesional y modesto. No se le conoce afiliación política.
Es el traficante de armas más famoso del mundo. Ha logrado sacar partido de la anarquía de la globalización para comercializar productos, por lo general ilegales.
A través de un laberinto de intermediarios, empresas de transporte, financieros y fabricantes de armas, tanto legales como ilegales, ha hecho llegar a cuatro continentes todo tipo de mercancías, desde flores recién cortadas, aves de corral congeladas y cascos azules hasta rifles de asalto y misiles tierra-aire.
También ha transportado toneladas de mercancías legales, lo que incluye incontables misiones para Naciones Unidas a las mismas zonas a las que suministró las armas que habían desatado las catástrofes humanas.
Peter Hain, entonces encargado de África en el Foreign Office británico, se dirigió al Parlamento en 2000 para arremeter contra quienes violaban las sanciones de la ONU sobre armas. Mencionó a Bout y lo calificó de “mercader de la muerte” de África.
Las inteligencias estadounidense y británica han ‘pinchado’ sus teléfonos. Interpol ha publicado una alerta roja solicitando su detención. Y nada.
El periodista Peter Landesman publicó una insólita entrevista con Víktor Bout en ‘Arms and the Man’ (The New York Times Magazine, 17 de agosto de 2003).
UN MISTERIOSO PASADO
Un informe de la inteligencia sudafricana de 2001 sostiene que es ucraniano. Se sabe que usa más de un pasaporte y que utiliza una serie de alias como Vadim S. Aminov, Viktor Anatoliyevitsch Bout, Viktor S. Bulakin y el sarcástico favorito de sus perseguidores estadounidenses: Viktor Butt (Víctor Trasero).
La deliberada confusión ha hecho difícil seguir su rastro. Sostiene que fue oficial de la Fuerza Aérea y que se graduó en el prestigioso Instituto Militar Soviético de Lenguas Extranjeras de Moscú a finales de los ‘80. Se dice que habla con fluidez inglés, francés, portugués, uzbeko y varias lenguas africanas.
Varios informes le vinculan con el crimen organizado ruso. Las inteligencias británica y sudafricana señalan que fue destinado por el KGB a Roma, Italia, donde estuvo desde 1985 a 1989, aunque él ha negado cualquier vinculación pasada con los servicios de espionaje, que sí integró Vladimir Putin, presidente de Rusia.
Las primeras mercancías que Bout comercializó fueron las pistolas y municiones abandonadas en los arsenales del antiguo bloque comunista. Esta disponibilidad de armas fue aparejada a una inmediata clientela formada por antiguos clientes, gobiernos inestables, dictadores, caudillos y guerrillas que reclamaban suministros continuos en toda África, Asia y Latinoamérica.
Para volar a escala internacional, una aeronave debe registrarse en un país donde se certifique su mantenimiento. Cada Estado tiene asignada una serie de letras, de tal forma que la nación de origen de un avión debería identificarse por el código que figura en la cola del aparato. Registrando aviones repetidas veces en diferentes lugares, Bout eludió las normas de aviación.
Pese a que sus aviones se inscribían una y otra vez en lugares remotos del mundo, casi todos operaban desde Sharjah, un pequeño emirato desértico en los Emiratos Árabes Unidos.
A partir de 1998, según registros encontrados en la capital afgana, las aerolíneas que operaban para el traficante desde Sharjah vendieron al Ejército talibán aviones con los que éstos introdujeron toneladas de armas y material bélico en el país. Según Washington, también llevaban milicianos, drogas y dinero. Fuentes oficiales occidentales estiman que los talibanes pagaron a Bout más de US$ 50 millones mientras gobernaban.
Desde julio de 1997 a octubre de 1998, sus aviones realizaron 37 vuelos desde Burga, Bulgaria, a Lomé, Togo, con un cargamento de armas para Unita, la guerrilla angoleña, por US$ 14 millones.
Bout hizo dinero de verdad cuando se dio cuenta de que podía transportar cargamentos comerciales en los vuelos de vuelta después de realizar las entregas de armas.
Su operación más rentable fue llevar gladiolos que compró por cerca de US$ 2 la unidad en Johannesburgo (Suráfrica) y que revendió por US$ 100 en Dubai.
Siempre en busca de una buena oportunidad de negocio, Bout participó incluso en operaciones humanitarias. En 1993, trasportó a las fuerzas de paz belgas a Somalia dentro de la operación ‘Devolver la Esperanza’. Un año más tarde, sus aeronaves llevaron a 2.500 soldados franceses a Ruanda para ayudar a frenar la masacre y tras el tsunami de 2004, sus aviones descargaron material humanitario en Sri Lanka. .
En febrero de 2002, Bélgica dictó una orden de detención internacional, acusándole del blanqueo de US$ 325 millones entre 1994 y 2001. Pero, para entonces, Bout estaba a salvo en Moscú. Cuando se preguntó al ministro de Asuntos Exteriores ruso si el traficante estaba en el país cuando se dictó la orden, respondió que no.
“Si nos fijamos en todas las aventuras diferentes de éste, en lo fácil que le fue trasladar las armas, conseguir certificados de usuario final y cambiar el registro de las aeronaves”, comenta Michael Chandler, un coronel británico retirado que dirigió una comisión de la ONU sobre los talibanes y Al Qaeda, “podemos llegar a la sorprendente conclusión de lo corruptas que son muchas partes del mundo”.
Muchos expertos en el control de armas afirman que si se logra frenar la actividad de Bout, el negocio internacional de armamento se fragmentaría en feudos más pequeños, como se desmembraron los cárteles de la droga de Cali y Medellín en los ‘90. Lo que no mencionan es que la producción de cocaína no disminuyó, y que las organizaciones resultantes fueron igual de difíciles de desmantelar.
Información sacada de...
Saludos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Haz tu comentario y participa
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.