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jueves, 7 de octubre de 2010

AUTOCONTROL Y CONSCIENCIA ... OSHO / UNA HISTORIA SAMURAI

 
 
"El cielo y el infierno no son geográficos, son psicológicos, son tu psicología. El cielo y el infierno no están al final de tu vida, están aquí y ahora. La puerta se abre a cada momento; a cada momento transitas entre el cielo y el infierno. Es algo que ocurre de momento a momento, es urgente; en un momento puedes pasar del infierno al cielo, del cielo al infierno. El infierno y el cielo están dentro de ti. Las puertas están muy cerca una de otra: con la mano derecha puedes abrir una y con la izquierda puedes abrir la otra. Con un cambio mental, todo tu ser se transforma: del cielo al infierno y del infierno al cielo. Cuando actúas inconscientemente, sin conciencia, estás en un infierno; cuando eres consciente, cuando actúas con plena conciencia, estás en el cielo.

El maestro zen Hakuin es uno de los raros florecimientos. Vino a verle un guerrero, un samurai, un gran soldado, y le preguntó: «¿Existe el cielo, existe el infierno? Y si hay cielo e infierno, ¿dónde están las puertas? ¿Desde dónde se entra? ¿Cómo puedo evitar el infierno y elegir el cielo?»

Era un guerrero simple. Un guerrero siempre es simple; de otro modo no sería guerrero. Un guerrero sólo conoce dos cosas: la vida y la muerte; su vida siempre está en juego, siempre está jugando; es un hombre simple. No había venido a aprender ninguna doctrina. Quería saber dónde estaban las puertas para evitar el infierno y entrar en el cielo. Y Hakuin le contestó de la única forma que un guerrero podía entender.

¿Qué hizo Hakuin?

Le dijo: —¿Quién eres tú?

—Soy un samurai —replicó el guerrero.

En Japón ser un samurai es algo de lo que sentirse orgulloso. Significa ser un guerrero perfecto, un hombre que no durará ni un segundo en entregar su vida. Para él, la vida y la muerte sólo son un juego. Y dijo: —Soy samurai, soy un jefe de samurais. Incluso el emperador me presenta sus respetos.

—¿Tú un samurai? —dijo Hakuin riéndose—. Más bien pareces un mendigo.

El orgullo del samurai estaba herido, su ego machacado. Olvidó a qué había venido. Sacó la espada y estaba a punto de matar a Hakuin. Olvidó que había venido a ver al maestro para aprender dónde están las puertas del cielo y del infierno.

Hakuin se rió y dijo: —Ésta es la puerta del infierno. Con esta espada, esta ira, este ego, así se abre la puerta. Esto es algo que un guerrero puede entender. Y el samurai comprendió de inmediato: ésta es la puerta. Volvió a envainar la espada.

Y Hakuin dijo: —Ahora has abierto las puertas del cielo.

El infierno y el cielo están dentro de ti, ambas puertas están dentro de ti. Cuando te comportas inconscientemente, allí está la puerta del infierno; cuando estás alerta y consciente, allí está la puerta del cielo".

Osho



 UNA HISTORIA SAMURAI


Se dice que antaño, un pescador tenía una deuda con un Samurai de una comarca vecina, esa deuda tenía un vencimiento que al llegar, este pescador no iba a poder cumplir y así llegó el día en que el Samurai arribó a la isla donde vivía el pescador para cobrar su deuda.

El pescador desesperado por que sabia que iba morir, ya que no pudo cumplir con su palabra otorgada al Samurai, entonces decide huir y esconderse al otro lado de la isla, pero para desgracia del pescador, el Samurai gracias a sus habilidades de guerrero, lo encuentra.

El pescador al ver la muerte venir, le pide perdón por no haber cumplido con su promesa de pago, explicando que la pesca no había sido buena y por ello no tenia el dinero para pagar y su vez su familia tenía hambre, por que tampoco los podía proveer.

Después de tratar de explicarle al Samurai los motivos por los cuales no había podido cumplir con su deuda, éste le dijo al pecador alzando su espada, “haz faltado a tu palabra y por lo tanto no tienes honor, por ello prepararte a morir”.

En ese instante el pescador recuerda la máxima del código samurai y le dice al samurai; si tu eres un hombre integro que respeta los códigos del Bushido y por lo tanto tienes honor, deberás conocer la máxima que reza: Si alzas tu mano, contén tu ira y si te alzas en ira contén tu mano.
 
Al escuchar éstas palabras del pecador, el samurai comprende que debe darle otra oportunidad, ya que realmente se encontraba actuando con ira y sus códigos le enseñan que en ese estado, su puede faltar a la verdadera justicia.

El pescador salva su vida por haber recordado a tiempo ésta máxima de honor, el samurai le otorga un plazo de un año más para cumplir con su deuda, quedando restablecido el pacto, el samurai se retira a su hogar y el pescador a su trabajo, pero esta vez con una obligación que cumplir que trascendió de lo material a lo moral.

Cuando el samurai después de un largo camino llega a su hogar, era muy tarde y era costumbre anunciarse antes de entrar, para ser recibido como el señor del hogar, pero en ésta ocasión decide no hacerlo para no incomodar a su familia y se dirige a su habitación deseando ver a su esposa, que había extrañado profundamente.

Muy sigilosamente se desplaza por su casa hasta llegar a sus aposentos, pero para su asombro y en la oscuridad, ve a su mujer en la cama con un acompañante, reaccionando inmediatamente alza su espada… y en el momento que esta a punto de ultimar al acompañante, recuerda las palabras del pescador, o el código Bushido, “Si te alzas en ira, contén tu mano y si alzas tu mano contén tu ira”, en un instante sintió la necesidad de ser fiel a sus principios y superarse a si mismo en tan terrible situación.

Esta situación representó tal vez la mas dura de las pruebas por las que un guerrero podía atravesar, entonces se retiró sigilosamente y volvió al portal de entrada a su hogar, cumpliendo así con la costumbre de anunciarse para ser recibido, como el señor de la casa.

Inmediatamente se hace presente ante él su mujer, quien lo recibe con la más grande de las alegrías, dejándolo perplejo lo abraza con fuerza y le susurra al oído cuanto lo extrañó.

Fue entonces cuando detrás de ella, aparece su suegra, es cuando su mujer le cuenta que en las aldeas vecinas, se había escuchado sobre la aparición de ladrones, que saqueaban casas y por ello invitó a su madre para que durmiera con ella y si alguien entraba a la casa por la noche, iba a pensar que él se encontraba en el hogar y por lo tanto seguro que huiría.

El Samurái se estremeció al comprender que tal vez esa noche hubiera sido la más terrible de su vida, si se hubiera dejado llevar por el impulso de la ira, ya que para ese momento su suegra y su mujer estarían muertas, por un error que desembocaría en la más terrible de las fatalidades, así volvió a su mente el pescador, con quien sintió que tenía una gran deuda.

Así, por un error o por dejarse llevar emocionalmente en un momento de ira, hubiera terminado con la vida de sus seres más queridos, fue entonces que se dio cuenta del valor de sus enseñanzas marciales o el código Bushido y de su esencia ancestral, pero sin dejar de lado a la persona que en cierta medida hizo que revalorizara sus enseñanzas, el “pescador”.

Al año siguiente el samurai vuelve a la villa del pescador, para cobrar su deuda, pero ésta vez encuentra al pescador esperándolo en el puerto para recibirlo.

Con una expresión de alegría el pescador saluda al Samurái, con una gran reverencia y ante todo vuelve a agradecerle, que en su momento no le quitara la vida, permitiéndole así saldar su deuda, la cual había reunido con sus intereses.

Sintiéndose verdaderamente bien, por haber cumplido con su palabra y con esta deuda que se transformó en una deuda de honor, el pescador le cuenta al samurái, que había sido uno de los mejores años de pesca que tuvo en mucho tiempo y por ello además de reunir el dinero de su deuda, pudo brindarle bienestar a su familia, que había pasado hambre el año anterior.

Después de contarle sus vivencias al samurái, el pescador le entrega el dinero pactado, en ese momento el samurái le toma la mano con fuerza y le dijo; “que éste dinero sea para tu familia por que tu deuda fue saldada, de tal forma que yo estaré en deuda contigo por el resto de mi vida”.

“Si alzas tu mano, contén tu ira y si te alzas en ira, contén tu mano”

Saludos...

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